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Revolución en el Humanismo cristiano: la edición de Erasmo del Nuevo Testamento (1516)

Miguel Anxo Pena González, junto a Inmaculada Delgado Jara, ha coordinado recientemente la obra Revolución en el Humanismo cristiano: la edición de Erasmo del Nuevo Testamento (1516).

La presente monografía ofrece los resultados del V Seminario Internacional sobre la edición y traducción de fuentes coordinado por Miguel Anxo Pena. La temática coincide con la efeméride del V Centenario de la edición del Novum Instrumentum, la nueva traducción –podríamos decir de estudio– del Nuevo Testamento elaborada por Erasmo de Rotterdam. Hay que reconocer que el humanista, en la península ibérica, es un tema de estudio frecuente desde que Marcel Bataillon publicara su Erasme et l’Espagne y, aunque han pasado casi ochenta años, Erasmo sigue siendo un autor que provoca gran interés. A este respecto, un punto fundamental lo ha supuesto la paulatina y constante publicación de la edición crítica de sus obras, que está permitiendo, conjuntamente con su epistolario, un conocimiento más profundo y sereno de su pensamiento y aportaciones.

Desgraciadamente, como fruto del interés selectivo de aquello que puede ser más visible y atractivo en un determinado momento, poco se ha estudiado y editado –al menos en la lengua castellana– sobre su aportación en el campo filológico-bíblico. Pareciera como si esto fuera algo anecdótico y circunstancial en su trayectoria científica, pero lo cierto es que es el núcleo al que va a dedicar su vida intelectual, como aportación y vocación propia a la que considera que ha de servir en medio de la sociedad convulsa de su tiempo.

Esa publicación paradigmática, de la que ahora se cumplen quinientos años, fue un momento singular en la exégesis bíblica, en la que el holandés supo ser lo suficientemente sagaz como para publicar su traducción anotada, antes de que salieran de la imprenta otros proyectos similares. La reflexión sobre estos temas había comenzado con Lorenzo Valla, de manera más cuidada, con la comparación de la Vulgata con el texto griego (Collatio Novi Testamenti 1444), dando como resultado una nueva visión teológica y una nueva sensibilidad, que influirán durante mucho tiempo. El holandés, en 1504, descubre el manuscrito de las Adnotationes ad Novum Testamentum o segunda edición de la Collatio de Lorenzo Valla, que publicará un año más tarde. Y, desde ese momento, decidirá ocuparse principalmente de la Sagrada Escritura y del estudio de la lengua griega. Viajará a Italia y, en Turín, obtendrá el título de Doctor en Sagrada Teología. Aunque no lo tendrá en mucha consideración, sí lo verá como algo necesario y oportuno para poder escribir con autoridad. En 1514 en Basilea trabaja febrilmente en la impresión de la traducción al latín del Nuevo Testamento, que lleva a cabo directamente desde los manuscritos que había podido recopilar con el texto original griego. Erasmo aspiraba a imprimirlo antes de que saliera el que preparaban los de Alcalá. El equipo de la Políglota de Cisneros, que ya lo tenían impreso en 1514, dos años antes de que lo terminara Erasmo, no apreciaron este aspecto práctico de la difusión, ofreciéndolo al público en 1523, cuando ya Erasmo había hecho varias ediciones del suyo y lo había difundido por toda Europa.

Su Novum Instrumentum consistía en una edición del texto griego con notas y una traducción latina suya, que difería de la Vulgata. En los tres prefacios de la obra (la carta introductoria, compuesta por tres partes): Paraclesis, Methodus y Apologia desarrollaba Erasmo su teología bíblica y su philosophia Christi, que se centraba en la renovación de la naturaleza primigeniamente buena, por lo que la lectura de la Escritura había de resultar sencilla, clara, piadosa y práctica. La filosofía de Cristo no se bebía en ningún sitio mejor que en los evangelios. Los teólogos, por tanto, debían citar y acudir directamente a las fuentes evangélicas, no a comentarios o colecciones de citas, como muchas veces hacían. Su convencimiento personal era que pocos podían ser sabios, pero todos estaban llamados a ser buenos cristianos y teólogos. Era su peculiar consideración humanística. Con la publicación del Nuevo Testamento y de las obras completas de san Jerónimo ese mismo annus mirabilis de 1516. Erasmo abre una puerta a la filología, que se pone al servicio de la teología y, por ende, de las Ciencias Eclesiásticas que ofrecerán profundos frutos, de él y de otros humanistas que se dedicarán a la consolidación de dichos trabajos.

La gran aspiración de su vida fue la renovación de la teología, que consideraba moribunda en manos de la Escolástica. Erasmo critica la teología escolástica porque no utiliza la Biblia en sus textos originales, sino en la versión de la Vulgata, que contiene muchos errores de traducción. Además se sirve en sus argumentaciones de la filosofía pagana, incapaz de explicar la palabra de Dios, que es revelada. Se pierden en disquisiciones de pura dialéctica, en sí mismas inútiles y que no favorecen nada la piedad, y usan un latín bárbaro, indigno de una ciencia tan sublime como es la teología. Pretendía superar la escolástica con la sencillez, brevedad y claridad, pero doctamente, yendo directamente a la fuente de la Escritura. Escritura y Padres son los fines del humanismo cristiano. La perfección cristiana no es cuestión de sutiles especulaciones, sino de la acción inspirada por el amor.

Esta monografía, en este sentido, quiere tener en cuenta la recuperación de dicho acontecimiento, su contexto, aprovechándolo como ejercicio práctico de cara a la investigación en Ciencias Eclesiásticas. En este sentido hemos recorrido ya un camino que ofrece sus frutos, por medio de los múltiples ejemplos que han sido presentados en los seminarios y, después, ordenados en las anteriores monografías. No es una tarea fácil, pero sí estamos convencidos de que es la manera de dejar estos ejemplos, de manera pedagógica, para futuras generaciones de investigadores que, en este momento, es lo más importante y lo más difícil de consolidar. No se trata de presentar formas monolíticas de trabajar e investigar, sino de mostrar y acercarse al método que cada uno ha utilizado, señalando también las dificultades y los límites de la temática y de la propia investigación en sí. Erasmo, en este caso concreto, nos sirve de tópico, por su interés y por la diversidad de temáticas que pueden ser abordadas en torno a su discurso y reflexión, que también las nuevas herramientas imbricadas con las clásicas, puede ofrecer nuevas luces y orientaciones.

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